La reducción de emisiones a la atmósfera con el parón de la actividad industrial y comercial hace disminuir apreciablemente la contaminación atmosférica.
Alguna noticia positiva tendría que salir después de tanto tiempo metidos en casa. A pesar de estas largas semanas que nos han parecido eternas en las que parte de la sociedad se ha paralizado, un dato significativamente bueno ha aparecido entre tantas noticias negativas que nos llegaban de los medios de comunicación. Y es que la calidad del aire en las principales ciudades de Europa ha mejorado sustancialmente durante los días en que la movilidad y la actividad industrial se han visto reducidas.
Comencemos por explicar que el aire que respiramos está constituido al 99% por nitrógeno y oxígeno, y en ese 1% restante se engloban infinidad de elementos, entre ellos ciertos gases como el dióxido de nitrógeno (NO2) o el ozono, junto a partículas pequeñas no apreciables a simple vista, que son perjudiciales para el medio ambiente y el ser humano. Estos componentes conforman la llamada contaminación atmosférica, que es una de las principales causas de mortalidad en el mundo, con efectos respiratorios y cardiovasculares en la salud que pueden llegar a ser equiparables a los perjuicios del tabaco.
La calidad del aire se ve mermada cuando las concentraciones de estos contaminantes son elevadas, lo que en las ciudades está provocado principalmente por las emisiones de vehículos a motor, las calefacciones o la industria. Los procesos de formación y evolución de estos componentes en la atmósfera son muy complejos, actuando numerosas reacciones entre ellos que alteran sus proporciones, pero lo que sí es más intuitivo es que pueden permanecer días o semanas en el aire si la meteorología se lo permite. Y nombro a la meteorología porque el viento y la lluvia son los dos principales dispersores de contaminantes, permitiendo renovar el aire limpio allá por donde aparecen con suficiente intensidad.
Los niveles de contaminantes en Europa llegaron a mínimos que ya no se recordaban.
Entendiendo un poco mejor todo esto de la contaminación atmosférica ya podemos ver un mapa de lo que ha pasado durante los primeros días del confinamiento. Desde la Agencia Espacial Europea (ESA), que utiliza sus satélites entre otras cosas para monitorizar la atmósfera, han querido mostrarnos cómo han cambiado las concentraciones promedio de dióxido de nitrógeno entre el 13 de marzo y de abril de este año con respecto a las observadas el año pasado durante estos meses, y el resultado salta a la vista: el color rojo intenso que indica mayores concentraciones ha disminuido radicalmente en todo el mapa.
La atmósfera de ciudades como Roma, París o Madrid ha visto reducido a aproximadamente a la mitad sus concentraciones de dióxido de nitrógeno con respecto al año anterior, y amplias regiones con alta actividad comercial e industrial como el norte de Italia o la costa catalana también han presentado unas disminuciones importantes de este contaminante, y por tanto una mejoría de la calidad del aire que respiramos. Aunque estos colores representan a toda la columna atmosférica que hay sobre cada punto del suelo, el dióxido de nitrógeno se concentra en mayor proporción cerca de la superficie, por lo que estos mapas tomados desde el espacio representan con bastante realismo la presencia de este contaminante en nuestro entorno.
Los efectos en ciudades más pequeñas: el caso de Vigo como ejemplo
Pero no sólo las zonas más industrializadas se han visto afectadas por los efectos del confinamiento. En ciudades con menor población, los niveles de NO2 no suelen llegar a ser tan peligrosos, debido a que las emisiones derivadas de la industria y el tráfico son mucho menores. A pesar de esto es necesario llevar un control de la calidad del aire, y en las estaciones de medida de numerosas ciudades se ha visto una reducción de las concentraciones de algunos contaminantes como consecuencia de la reducción de la actividad. Por ejemplo, en la estación de calidad del aire de Lope de Vega, en Vigo, se han reflejado importantes disminuciones en las medidas de dióxido de nitrógeno durante las primeras semanas del confinamiento, y un paulatino incremento cuando las fases de desescalada se han ido activando.
A partir de los datos disponibles en la web de Meteogalicia hemos podido observar la evolución de las concentraciones de NO2 durante los meses de marzo, abril y mayo de este año, y compararlas con las del año pasado por esas mismas fechas. Y se ha visto que mientras el año pasado se superaba en el mes de marzo y principios de abril un promedio diario de 30 µg/m3 en varias ocasiones, este año a partir de la activación del estado de alarma y hasta que se ha llegado a la fase 1, las concentraciones han estado siempre por debajo de los 10 µg/m3, mostrando en general unos niveles claramente inferiores cuando la movilidad se vio reducida. Sin embargo, a partir de mediados de mayo se puede ver como los valores van en ascenso de nuevo, y se equiparan bastante a los del año pasado. Aunque las fluctuaciones diarias que se observan son debidas principalmente al efecto de la meteorología, que en una ciudad costera como Vigo suele ser muy variable, con habituales vientos y lluvias primaverales que limpian la atmósfera, la tendencia general no deja lugar a dudas de que el NO2 ha estado mucho menos presente en la ciudad que el año pasado.
Viendo estas importantes diferencias del NO2, ¿deberíamos preocuparnos a diario?
Así a todo hay que mencionar que los niveles vistos en el gráfico no son considerados peligrosos por la Organización Mundial de la Salud, que considera que los valores límite umbral para la protección de la salud humana son de 40 µg/m3 en promedio anual, y de 200 µg/m3 en promedio horario. En los meses mostrados de ambos años esta estación no ha llegado ni un solo día a ese umbral anual de alerta, pero siempre hay que llevar un control de la calidad del aire porque la exposición continuada a ciertos contaminantes puede derivar en perjuicios a la salud humana.
En general las emisiones de las grandes urbes provocan una mayor presencia de contaminantes, y cuando la estabilidad atmosférica favorece una alta acumulación de estos, es habitual que se activen protocolos anticontaminación. Por ejemplo, en Madrid las superaciones de los valores límite han provocado durante el año 2019 la toma de medidas especiales de reducción de movilidad en 14 días, mientras que desde marzo de este año todavía no se ha producido un escenario de esas características.
Las medidas restrictivas están enfocadas principalmente a promover el transporte público y a reducir el tráfico de los vehículos más contaminantes, que es la principal fuente de emisiones de gases y partículas nocivos hacia la atmósfera en las ciudades. Actualmente, algunos gobiernos municipales están promocionando la financiación parcial de coches, bicicletas y patinetes eléctricos, lo cual es una gran noticia ya que aunque la producción de energía tiene ciertos costes ambientales, es crítico proteger los lugares donde el aire está más saturado. No olvidemos que el aire lo respiramos todos, y viendo el comportamiento del NO2 durante estos últimos meses parece razonable que se fomente una movilidad más saludable para el medio ambiente.
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